Quiénes somos
El Instituto Bíblico “Luz y Verdad” es un instituto de estudios bíblicos, teológicos y ministeriales que pertenece al Ministerio Internacional Luz y Verdad, fundado por el pastor cubano y misionero de las Asambleas de Dios en Argentina, Luis Enrique Llanes Serantes (1939-2015). Es dirigido actualmente por su hija Alba Lys Llanes Labrada, junto a un equipo de trabajo formado por creyentes comprometidos con el Señor, con su Iglesia y con su Obra.
El Ministerio Internacional Luz y Verdad es un ministerio transdenominacional de enseñanza bíblica, teológica y ministerial, enfocado particularmente a las iglesias locales, con el objetivo de edificar a sus miembros y preparar a sus líderes. Tiene también como propósito apoyar a otros ministerios cristianos en el área de la Educación Cristiana y publicaciones. Este ministerio imprime a sus actividades un perfil misionero, a través de la evangelización, el discipulado y el apoyo a la evangelización, las misiones y la plantación de iglesias.
El instituto cuenta con el aval y respaldo de la Iglesia Camino de Vida, organización cristiana evangélica de la República Argentina (Fichero de Culto y Personería Jurídica Nacional 8631), presidida por el pastor Hernán Sobarzo.
Nuestra Visión y Misión
QUEREMOS FORMAR
LÍDERES SIERVOS PARA LA OBRA DE DIOS, DE ACUERDO CON EL MODELO QUE NOS DEJARON CRISTO Y LOS APÓSTOLES, PARA ENFRENTAR LOS DESAFÍOS DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS.
En cuanto a su vida espiritual.
Que sean santos e íntegros delante de Dios, con un testimonio cristiano intachable (Hechos 6:3; 1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:7-9).
Que tengan “frutos dignos de arrepentimiento” (Juan 15:1-6; Gálatas 5:22; Efesios 5:9; Col. 1:9,10).
Que sean llenos del Espíritu Santo en toda la extensión de la expresión: llenos de poder, llenos de sabiduría y de revelación (Efesios 5:18; Hechos 1:8; Hechos 6:3; Efesios 4:11-14; 1 Juan 2:27).
Que aprendan a “no conformarse a este siglo, sino transformarse por medio de la renovación de su entendimiento” (Romanos 12:2).
Que desarrollen la mente de Cristo, que sean capaces de “juzgar” (analizar y llegar a conclusiones) todas las cosas (1 Corintios 2:12-16).
Que sean maduros (perfecto = maduro), enteramente preparados para toda buena obra (2 Timoteo 3:17; comparar con Efesios 4:11-14).
En cuanto a su vida de servicio a Dios
Que cumplan la Gran Comisión (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15).
Que sean “obreros aprobados, que no tengan de qué avergonzarse, que usen bien la palabra de verdad” (1 Timoteo 2:15).
Que retengan “la forma de las sanas palabras que… han oído” y guarden “el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en ellos” (2 Timoteo 1:13, 14).
Que sean hombres y mujeres fieles, idóneos para enseñar (2 Timoteo 2:2).
Que sean “ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra que mata, sino del Espíritu que vivifica”: llenos de la unción del Espíritu Santo que es CONOCIMIENTO Y PODER de Dios (2 Corintios 3:6-8).
Que lleguen a ser “colaboradores de Dios” (1 Corintios 3:9-17).
En cuanto a la Fe Cristiana.
Que cumplan la Gran Comisión (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15).
Que “militen la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia” (1 Timoteo 1:18, 19).
Que “peleen la buena batalla de la fe y echen mano de la vida eterna” (1 Timoteo 6:12).
Que retengan “la palabra fiel, tal como ha sido enseñada, para que puedan también exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (Tito 1:9).
Que “contiendan ardientemente por la fe una vez dada a los santos” (Judas 1:3).
Que “presenten con mansedumbre la defensa del Evangelio” (1 Pedro 3:15).
Que aprendan a “probar los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4:1), a “examinarlo todo y retener lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:23).
Declaración de Fe
ESTO CREEMOS Y ENSEÑAMOS
La inspiración de las Escrituras.
Creemos que la Biblia, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, es la Palabra de Dios, nuestra única regla infalible de fe y conducta, por haber sido inspirada por el Espíritu Santo. Ella es superior a la conciencia y a la razón humana, y a toda interpretación que se haga de ella misma.
El Dios único y verdadero.
Creemos que hay un solo Dios verdadero, que se ha revelado como el que existe eternamente en sí mismo (YO SOY EL QUE SOY), como el Creador de todas las cosas, y como el Salvador de la humanidad. En la unidad esencial de Dios hay distinción de personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
La Deidad del Señor Jesucristo y su encarnación sobrenatural.
Creemos que el Señor Jesucristo es el eterno Hijo de Dios. Creemos en su nacimiento virginal, su vida sin pecado, sus milagros, su obra vicaria en la cruz, su resurrección corporal de entre los muertos, su exaltación a la diestra de Dios, su ministerio mediador e intercesor.
El hombre, su caída, redención y esperanza.
Creemos que el hombre fue creado por Dios en estado de inocencia, pero a consecuencia de la desobediencia adquirió una naturaleza pecaminosa y quedó sujeto a la condenación eterna. Su única fuente de redención y esperanza de vida eterna está en el sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario y su resurrección de entre los muertos.
La salvación del hombre.
Creemos que la salvación se obtiene cuando el hombre se arrepiente de sus pecados y acepta por la fe el perdón de Dios ofrecido solo por gracia a través de Jesucristo. Además, el Espíritu Santo le da seguridad interna de que ha sido hecho hijo de Dios. A partir de este momento el hombre salvo debe vivir una nueva vida, recta y santa.
La santificación del creyente.
Creemos que la santificación es un estado de gracia al cual entra el creyente al aceptar a Cristo, e implica separarse de la mundanalidad y consagrarse a Dios, procurando vivir en un estado de pureza moral mediante la ayuda diaria del Espíritu Santo.
El bautismo en el Espíritu Santo
Creemos que el bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia espiritual diferente a la salvación y posterior al nuevo nacimiento en Cristo. La manifestación de que se ha recibido es hablar en otras lenguas, no por propio impulso del hombre, sino bajo la dirección del Espíritu Santo. Es dado para capacitar al creyente en el cumplimiento de la gran comisión.
La sanidad divina
Creemos en la sanidad divina, y que esta se recibe por fe sobre la base del sacrificio expiatorio de Cristo.
La Iglesia
Creemos que la Iglesia es el cuerpo espiritual de Cristo. Ella está compuesta por cada creyente nacido del Espíritu, cuyo nombre está escrito en el libro de la vida y su propósito es adorar a Dios, evangelizar al mundo, edificar a los fieles y llevar a cabo la obra social.
El ministerio de los creyentes
Creemos en la urgencia de que cada cristiano responda a la Gran Comisión de Cristo, tal y como está establecida en Mateo 28:19,20. Creemos que, en un sentido amplio, todo creyente es un ministro, llamado para servir, testificar, interceder y contribuir a la extensión del Reino de Dios y la edificación del Cuerpo de Cristo. Pero creemos también que han sido provistos un llamamiento específico y un servicio escrituralmente ordenado por Dios para los ministros de la Palabra.
La mayordomía financiera.
Creemos que la mayordomía financiera es deber y privilegio de todos los cristianos, que como fieles mayordomos de Cristo contribuyen al sostenimiento y extensión de la obra a través de los medios establecidos bíblicamente, movidos por el amor al Señor y la generosidad, de acuerdo con lo que el Señor les provee. Sin embargo, nos oponemos categóricamente a toda forma de manipulación y chantaje psicológico o espiritual que presione u obligue a las personas a dar para Dios.
El arrebatamiento de la Iglesia.
Creemos que el arrebatamiento de la Iglesia ocurrirá cuando Jesucristo regrese por los suyos, en este momento los que hayan muerto siendo salvos serán resucitados primero y trasladados junto con aquellos creyentes que se encuentren vivos, para estar con el Señor por la eternidad. Este acontecimiento puede ocurrir en cualquier momento y será antes de la gran tribulación.
La segunda venida de Cristo y el reino milenial.
Creemos que la segunda venida de Cristo en gloria será cuando el Señor regrese con sus santos a la tierra para establecer su reinado físico y visible por mil años. Este reino milenial traerá paz universal y el cumplimiento de las promesas hechas a Israel en el Antiguo Testamento.
El juicio final de los incrédulos.
Creemos que el juicio final será para todos los impíos que rehusaron aceptar a Jesucristo. Ellos, junto con Satanás y los ángeles caídos, serán arrojados al lago de fuego, donde estarán por la eternidad.
Los cielos nuevos y tierra nueva.
Creemos que habrá cielos nuevos y tierra nueva, donde morará la justicia. Allí vivirán todos los santos por la eternidad.
El bautismo en agua.
Creemos en el bautismo en agua por inmersión, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Es un sacramento para la Iglesia, un testimonio público de la fe del creyente que ha aceptado a Jesús como su Salvador. La ceremonia del bautismo es una manifestación externa de la obra interna del Espíritu Santo que ya el Espíritu Santo operó en la Salvación, y en la que el creyente ha sido espiritualmente hablando bautizado o introducido en el Cuerpo de Cristo.
La santa cena del Señor.
Creemos que la santa cena es también un sacramento para la Iglesia, del que participan los miembros de la congregación que ya fueron bautizados en agua, como un símbolo de nuestra unión con Cristo, un recordatorio de su sufrimiento y muerte, y un anuncio de su inminente retorno.
La desaprobación de doctrinas erróneas.
Creemos que la desaprobación de doctrinas erróneas es necesaria para evitar confusiones y herejías, preservando la sana doctrina y la unidad del cuerpo de Cristo.
Filosofía educativa
El Instituto basa y organiza sus programas teniendo en cuenta los siguientes conceptos:
1º. La formación espiritual cristiana es un proceso continuo que se extiende del nacimiento de la persona a la nueva vida espiritual, hasta su partida de esta Tierra.
2º. La formación espiritual cristiana debe ser integral. Esto significa que se debe estimular el desarrollo espiritual de todas las áreas de su personalidad: intelecto, afectividad y voluntad, y apuntar a todas las áreas del quehacer humano en el que se desenvuelve el creyente.
3º. En este proceso de formación integral, es imprescindible transmitir “todo el consejo de Dios”. Esto significa que buscamos enseñar, desde el punto de vista bíblico, todos los aspectos de cada tema doctrinal o práctico tratado.
4º. Este carácter permanente e integral de la formación espiritual requiere de la instrumentación de espacios de enseñanza-aprendizaje permanente, en el ámbito de la iglesia local. Dichos espacios educativos pueden ser sistemáticos y asistemáticos.
Definimos “espacios educativos sistemáticos” como el conjunto de programas de capacitación que, de manera organizada, proveen instrucción espiritual a los creyentes (incluyendo los niños): Escuela Bíblica; Discipulado; Escuelas de Ministerios o Institutos Bíblicos; Universidades; seminarios, talleres, plenarias, conferencias programados, etc.
Llamamos “espacios educativos asistemáticos” al conjunto de actividades de enseñanza-aprendizaje que suelen tener lugar en la iglesia, sin mediar un ordenamiento o sistematización específica: predicaciones expositivas, estudios bíblicos eventuales, etc.
5º. Existen diferentes modos de organizar sistemáticamente la educación cristiana integral en una iglesia local o en una organización cristiana, pero adoptamos aquí un sistema al que llamamos “DE DESARROLLO INTEGRAL CONCÉNTRICO”:
DESARROLLO, porque se trata de una secuencia de acciones (en este caso educativas) que llevan al crecimiento y madurez espiritual y ministerial.
INTEGRAL, porque: a) abarca las cuatro área de conocimiento espiritual: Biblia, Doctrina, Vida Cristiana y Servicio Cristiano; b) enlaza los aspectos teóricos del conocimiento transmitido con la aplicación práctica del mismo.
CONCÉNTRICO, porque avanza gradualmente de los niveles básicos de Discipulado, hasta los avanzados de nivel Instituto Bíblico, ampliándose en cada nivel propuesto y, simultáneamente, abarcando las cuatro áreas mencionadas anteriormente. Uno de los errores cometidos en el área de la formación de obreros cristianos, es no respetar el desarrollo gradual de adquisición de conocimientos. Esto significa que, en muchas ocasiones, el neófito es introducido en un avanzado nivel de formación bíblica, teológica y ministerial, sin haber adquirido los aprendizajes integrales previos. Esto causa daño a la formación integral del obrero.
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